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Estampas de visita paterna (III): la costa de Bohuslän

Desde Göteborg hacia la frontera noruega, la costa se rompe y está llena de islas en las que hay antiguos pueblos de pescadores que se pusieron también de moda como destinos de veraneo. Visitamos unos cuantos. Entre ellos, Fjällbacka, que resultará familiar a todos los que hayan leído alguna novela negra de Camilla Läckberg.

Añado que los pueblos de Bohuslän son muy bonitos en verano, pero ya los visité en invierno con Lucía y están casi totalmente muertos. Difícilmente puede haber mucho asesinato en Fjällbacka – aunque sea en la ficción – si no hay casi nadie viviendo.

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Estampas de visita paterna (II): Bohus y Marstrand

Göteborg es sólo el último y definitivo de una serie de asentamientos (cinco, según mi guía) en esta zona estratégica. Estratégica porque era el único punto de salida de Suecia al mar del Norte, encajonado entre Dinamarca al sur y Noruega al norte, cuyas antiguas fronteras estaban a cuatro pasos de donde está ahora la ciudad. Como los daneses hacían pagar una tasa a cualquier barco que cruzara del Báltico al mar del Norte, es normal que los suecos trataran varias veces de buscar atajos fundando asentamientos en esta zona y que tanto daneses como noruegos trataran de destruirlos cuanto antes. Todo eso se acabó cuando en 1658, Suecia se hizo con toda su actual costa oeste. La fortaleza que custodiaba la mencionada frontera de Noruega, apenas a veinte kilómetros al norte del centro de la ciudad, se llamaba Bohus y ha dado nombre a toda la región costera entre Göteborg y la frontera con Noruega (la actual). Sus restos pueden visitarse.

Un poco más al oeste, la costa se cuartea en montones de islas y, en una de ellas, se encuentra el pueblecillo de Marstrand, anteriormente competidora de Göteborg (hasta que al arenque, principal riqueza, le dio por largarse) y ahora reducida a destino turístico y balneario. Está dominada por otra fortaleza (Carlstens Fästning), esta vez construida por los suecos. Sí, la historia de esta zona es un lío.

Sin más, las fotos:

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Estocolmo

Una imagen vale más que mil palabras.

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Reiniciando (se acaba el verano)

Advertencia: ésta es una entrada con muchas muchas fotos. No todas son mías.

Las vacaciones se acercan a su fin, me queda menos de una semanita en España, y ya empiezo a hacerme a la idea de que tengo que hacer otra vez las maletas, coger un par de aviones y plantarme en Suecia de nuevo.

Cierto es que las maletas prácticamente no las he deshecho o, mejor dicho, siempre he estado haciendo maletas nuevas en este verano movidito.

Primero, cuatro días en Praga, una de las ciudades que siempre había querido visitar y que, por diferentes motivos, nunca había podido conocer. Afortunadamente, mi contraria es especialista en conseguir billetes asequibles y trazar combinaciones de vuelos, así que se le ocurrió celebrar mi cumpleaños allí. Por supuesto, la ciudad me pareció espectacular y debería haber escrito una entrada sólo para ella, pero como no quiero comprometerme a escribir algo que sé que no voy a hacer, pues dejaré que los que visiten la ciudad hagan uso de los muy recomendables tours de New Europe para conocer más sobre la historia de la ciudad y sus secretos.

Plaza de la Ciudad Vieja

El famoso reloj astronómico de Praga

El Castillo de Praga, omnipresente.

El puente de Carlos

La ciudad desde el Castillo

Como no podía ser menos, este verano también incluyó unos días en Granada y en la playa de Almuñécar (playas de arena y de canto rodado, que de todo hay). Visitamos también otras partes de la provincia, como la Alpujarra y la zona de Guadix. La zona de la Alpujarra no era tan espectacular como la que visitamos en Navidades – principalmente porque no es tan agreste – pero merecía una visita igualmente. Nos quedamos en el pueblo de Yegen, donde vivió el hispanista Gerald Brenan, escritor de Al Sur de Granada. Para el que quiera ir por la zona, la casa rural donde nos quedamos, «Casa de los Vientos», es muy recomendable.

Las pozas de Río Verde, un sitio estupendo para bañarse y hacer barranquismo. Con impuesto revolucionario incluido, que los agricultores te dejen pasar sale a 5 € por persona Y coche.

Yegen: oda a la vida retirada

Casa de los Vientos, en Yegen

El proverbial ingenio "exótico", en Guadix

Ayuntamiento de Guadix

Catedral de Guadix

Por Madrid pasé unas cuantas veces. La primera visita coincidió con la manifestación del 19J. No diré que fui a la manifestación sino más bien que me acerqué a ver qué se cocía y a comprobar por mis propios ojos de qué iba la cosa. Me decepcionó bastante, en el sentido de que me pareció que el movimiento 15M estaba degenerando y que, por buenos que fueran los propósitos que lo habían originado, de su estado había ya poco que aprovechar.

Nota: al enlazar de Wikipedia he leído que la manifestación no estaba apoyada por Democracia Real Ya, sino por la «Coordinadora de Barrios y Pueblos Unidos contra el Capitalismo», de ahí el carácter de la marcha.

La manifestación del 19J frente al Congreso

Raimundo Amador tocando en la plaza de Oriente

Quijotes y Sancho Panzas en una tienda del Barrio de las Letras

La Gran Vía

Atardecer en Madrid desde el Cerro del Tío Pío (más conocido como el Parque de las Siete Tetas)

Y, por supuesto, en Santander, en el que ha sido probablemente el mes de julio más lluvioso de las últimas décadas. Aun así, siempre merece la pena la visita a la tierruca.

1ª playa del Sardinero

Bahía de Santander y lancha pedreñera

Liencres, playa de Valdearenas

La Arnía

Palacio de la Magdalena

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Copenhague (II)

Y ahora las fotos:

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Copenhague (I)

Como Göteborg está a medio camino de Copenhague, Oslo y – algo más lejos – Estocolmo, es fácil visitar cualquiera de las tres ciudades. Así que aprovechamos para ir a la capital danesa.

A la ida fuimos en autobús – con WiFi gratuito, enchufes para cargar móviles y portátiles, ¡hay que ver lo que sacan a los autobuses de línea españoles! – que, aunque el viaje dura 5 horas porque paramos en todas las ciudades importantes del camino (Halmstad, Helsingborg, Lund, Malmö, el aeropuerto de Kastrup en Copenhague) demostró ser mucho más cómodo que el tren-tortura Intercity, aunque éste tarde una hora y media menos. Cogimos el tren a la vuelta y acabamos los dos con el cuello y la espalda hechos papilla.

 

Turning Torso, de Calatrava, en Malmö

Para llegar a Dinamarca cruzamos el Öresund por su famoso puente. Con el tren por debajo y con el bus por encima.

En Copenhague nos quedamos en un bed & breakfast en el Barrio Latino (el nombre viene , al igual que el más famoso Quartier Latin parisino, de la proximidad de la universidad y de que, durante la Edad Media, los estudiantes hablarán latín) , a dos pasos de la Catedral y de Strøget, una calle peatonal llena de comercios, que si no recorrimos 20 veces, lo hicimos 21, porque recorre el casco histórico de parte a parte y muchas de las atracciones turísticas del centro de la ciudad están a poca distancia de la calle.

La dueña del B&B, una señora mayor con pinta de vieja de los gatos, pero maja en lo poco que pudimos tratar con ella, nos lo dejó prácticamente para nosotros solos, con lo que nos ahorramos el desayuno y disfrutamos de la repostería danesa (por decir algo) en las cafeterías de Strøget. Lo mejor del B&B era sin duda su emplazamiento, en un edificio antiguo con vistas a un patio de manzana muy tranquilo. El B&B era como el barrio, alternativo y bohemio, bastante agradable. Desde allí fuimos andando a todas partes, excepto una vez que tomamos el modernísimo metro de la ciudad.

 

Studiestraede, la calle del B & B. Se llama el Barrio Latino, pero podría ser Chuequen

B & B

La habitación

El edificio vecino, de un color llamativo y muy bonito

¿Qué decir de la ciudad? Que es muy bonita, me recuerda a una mezcla entre Estocolmo y Amstérdam, tal vez más parecida a ésta última con sus edificios de ladrillo. Incluso el sonido del propio danés recuerda al holandés, no son tan cantarines como los suecos y tienen sonidos más fuertes. Algún sueco me dijo que ellos no entienden a los daneses cuando hablan, pero al revés sí (algo parecido a lo nuestro con los portugueses) y que un danés habla como un sueco borracho. Esto último no lo confirmo. Lástima que los comercios cierren tan pronto y la ciudad quede muerta un sábado a las 18:00.

Durante los dos días y medio que estuvimos en la ciudad, nos dedicamos básicamente a pasear. Hicimos un crucero que nos permitió hacernos una idea del centro de la ciudad, cosa que recomiendo a todo el mundo, porque permite ver zonas, como la del Arsenal, a las que no es tan fácil llegar andando.

La reina danesa vive en el palacio de Amalienborg, pero la verdadera reina es la bicicleta. La ciudad es muy llana y está llena de bicis por todas partes. Intentamos subir a alguna iglesia para ver las vistas desde allí – son los edificios más prominentes de la ciudad – pero o estaban cerradas o en reparaciones, de modo que nos tuvimos que conformar con la Rundetaarn, que es la torre de una iglesia también, que se usó como observatorio astronómico, pero más baja que las otras en las que tratamos de entrar.

¡Las fotos en la siguiente entrada!

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Vacaciones de culo de mal asiento (II)

Unas pocas fotos de las vacaciones de Navidad en Granada y las Alpujarras. Vienen con mucho retraso, pero más vale tarde que nunca.

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Recomendar Granada sobra, quien no ha visto Graná no ha visto ná. Y las Alpujarras han sido una muy agradable sorpresa, una zona preciosa y que desconocía totalmente.

Muchísimas gracias a todos los que me han acogido durante esos días por Granada, a los que no he dejado dormir con mis horarios intempestivos de llegada y – sobre todo – con los madrugones. Y perdón a Pilar por haberme ido sin despedirme. Ha sido un viaje de ir con la hora pegada. Demasiadas cosas que hacer en muy pocos días. ¡Gracias a todos!

(No comento mucho más porque estoy de trabajo hasta arriba…)

Lo que echo de menos las vacaciones…

 

 

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Me voy…

… es un decir. En unas pocas horas, saldré para Bilbao y, vía Frankfurt, llegaré a mi habitación de Göteborg a las 15 más o menos. Si está vez no hay ningún caos aéreo que atravesar en mitad del camino.

Lo cierto es que me da mucha pereza volver a la nieve, el frío y al estudio, después de estas vacaciones tan movidas y tan largas. Me han quedado muchísimas cosas en el tintero, pero es hora de marcharse. Al fin y al cabo, es lo que he elegido. 2010 ha sido un año de cambios, en el que empecé soltero (¿de oro?) y trabajando en Madrid, y que concluí emparejado y de vuelta en la universidad, en Suecia para más inri.

Me voy al sitio que quiero, pero no puedo evitar sentir algo de pena al emprender el viaje por dejar aquí a tanta gente  a la que no veré en una larga temporada. Con casi toda seguridad voy a perderme bodas y otros acontecimientos que ni Facebook ni Skype ni Google me van a poder acercar tanto como yo querría. Uno ya empieza a sentir cierto desarraigo, donde no está verdaderamente en casa en ninguna parte y, sin embargo, se siente casi en casa en muchos sitios. Sin ir más lejos, en Madrid durante estas vacaciones he sentido muchas veces una extraña sensación de familiaridad que normalmente asociaría con el hogar. Es lo que tiene ser nómada.

Noto que la entrada me ha salido algo lúgubre. Pero, como una cita de José Vasconcelos que escuché en la radio esta tarde, «un libro, como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía». Justamente, esta noche termina un viaje y comienza otro. Y yo, algo melancólico, busco inquieto por la casa algo que se me ha olvidado meter en la maleta.

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Vacaciones de culo de mal asiento (I)

Tras más de un mes de descanso bloguero, vuelvo con fuerzas renovadas. Es un decir, porque han sido unas vacaciones de movimiento continuo, subiendo arriba y abajo por el mapa de España. Intentaré resumirlo apresuradamente.

Para comenzar, me pilló el caos aeronáutico europeo de diciembre. Llegué con nueve horas de retraso. Tras permanecer en vela, llegué al aeropuerto de Göteborg a las 4:50, descubriendo que mi vuelo a Bruselas había sido cancelado. Afortunadamente, en Brussels Airlines pudieron cambiar todo mi itinerario a Lufthansa y volar a Bilbao vía Munich. El problema es que mi vuelo salió con dos horas de retraso, pero la conexión salió casi cuatro horas más tarde, así que pude tomarla. Y sí, Alemania estaba nevada, pero tampoco tanto como Suecia, y allí los vuelos no se cancelaban.

En resumen, el día 17 llegué a Santander y el 19 ya estaba volando de nuevo a Madrid para ir a una cena con mis amigos de allí. Ya que estaba, aproveché para comprar regalos y visitar la ciudad. Tuve la extraña sensación de estar de nuevo en casa, los últimos tres años allí no perdonan. Al día siguiente volví de nuevo a Santander.

La locura comenzó el día 25 cuando, después de comer, cogí el coche y fui a Madrid a buscar a Lucía, que subía de Granada en tren. El día 26, tras la segunda comilona con amigos de Madrid, volvimos a subir a Santander. Primeros 900 kilómetros hechos.

En los siguientes cuatro días, visitamos principalmente Santander, Comillas, Santillana del Mar, Potes y los Picos de Europa (con Miguel como magnífico guía y anfitrión). Nos quedamos en una casa rural llamada El Azufral, que recomiendo a todo el que quiera visitar la zona de Liébana. Gracias a Miguel pudimos subir en el teleférico de Fuente Dé, porque había olvidado las botas de montaña en casa y arriba había una buena cantidad de nieve. Muchas cosas he olvidado en estas vacaciones… En cualquier caso, fue muy agradable pasar de tener nieve hasta la rodilla a la arena de la playa en tan poco tiempo y nos lo pasamos muy bien. Y Revilluca me debe una comisión por hacer de guía turístico de la tierruca. Sí, Revilla el que monta estos espectáculos étnico-festivos.

Y unas fotos de esta parte del viaje por Cantabria (muchas son de Lucía):

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Lu-ndon calling

Confesaré que le he dado muchas vueltas a cómo plantear esta entrada. En la anterior, anuncié que me iba de largo fin de semana (y sí, era a Londres). Pero no me iba simplemente de viajecillo, sino en buena compañía. Qué digo buena, ¡maravillosa! Muchísimas gracias, Lu, por este fin de semana, el mejor en muchísimos años. Espero que éste sea sólo el primero de muchos otros viajes. En realidad, sé que lo es.

Hay demasiada gente, cercana y lejana, incluso desconocida, a la que tengo que hacer un monumento por haberlo hecho posible. Pero tampoco quiero convertir este blog en una discusión sobre mi situación sentimental. El que esté interesado, ya tiene  teléfono, el mail o el Facebook, que es la plaza de vecinas cotorras de los tiempos modernos.

Impresiones en modo telegrama:

– Londres sigue estando  tan estupenda como la dejamos hace seis años, cuando estuve allí por última vez. Eso sí, sigue siendo tan cara como la recordaba, en especial el transporte.  Pero when a man is tired of London, he’s tired of life. Y ya van ni sé cuántas veces…

– Los nuevos controles en los aeropuertos son una pesadez, pero hay que resignarse. Aunque fastidia mucho cuando tu avión llega más de 45 minutos tarde y te encuentras con que, en lugar de estar tú esperando en el aeropuerto, te tienen que esperar a ti. Ya me decía yo que estas cosas hay que hacerlas de la forma tradicional. O sea, en París, que es Schengen 100%.

– La ciudad, un fin de semana de noviembre, está llenita de españoles. Pero a reventar. ¿No está España en crisis? ¿Será influencia de los vuelos low cost? Da igual que sea un italiano en Bayswater o una tienda de souvenirs en Oxford Street, un restaurante en Notting Hill, españoles por doquier…

– La mitomanía sigue en auge. El famoso paso de cebra de Abbey Road, donde la portada de los Beatles, está copado de turistas – especialmente pesados los italianos – cruzando para recrear la famosa portada. Y los fotógrafos se juegan la vida entre el tráfico para obtener la ansiada instantánea, pero con gusto. Compárese:

– Ha sido uno de los viajes más improvisados de mi vida, en todos los sentidos. Y eso, para alguien al que le encanta planificar las cosas como a mí, no deja de ser chocante pero muy  satisfactorio cuando sale todo tan bien como lo ha hecho.

– Se me está haciendo el oído al sueco. De hecho, de primeras todo lo que oía era sueco, con sus 18 vocales, antes de darme cuenta de que no, ese idioma raruno que escucahaba es inglés. Será la costumbre…

– Hemos descubierto que nos encanta el Chianti, y que en Londres también se puede comer bien por un precio moderado.

– Ha quedado mucho por ver: el mercadillo de Camden Town, museos, subir a la London Eye o a San Pablo, tumbarse en la colina de Greenwich mirando a los Docklands, ir al Speaker’s Corner a ver cómo divaga la gente y arregla el mundo subidos en cajas de fruta – y ahora tienen más motivos que nunca -, comerse unos churros en la Churrería Española de Queensway, ir a Harrod’s, subir a Parliament Hill, ir al cine en Leicester Square, pasear por la zona de Covent Garden, visitar el andén 9 3/4 (esto en plan frikazo) y tantas otras. Pero todavía nos queda dinero en las Oyster Cards, así que antes o después habrá que volver. Y yo me he quedado con ganas de comprarme una máscara de Guy Fawkes.

– Desafortunadamente, me dejé la cámara en Göteborg (todo por meter el paraguas gigantesco que me he agenciado y que luego casi no hizo ni falta). Afortunadamente, con Lucía sobra talento fotográfico hacer un reportaje completo, ganas me han dado de comprar una réflex. Así que, si las fotos están bien, es gracias a ella, que es una artista.

Recomendación cinéfila: hay que ver Match Point. No es la típica película de Woody Allen, sale Londres preciosa, habla de las casualidades y de la suerte, y encima hay buenorros para ellas y macizorras para nosotros.


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