La segunda muerte de Steve Jobs

(Me ha salido un post verdaderamente largo. Aclarado queda para los que lo lean)

Empezaré por el principio: no me gustan los gurús. Y no lo hacen porque, por lo general, están por encima del bien y del mal y lejos del común de los mortales. Sus decisiones, aunque puedan ser contradictorias, son seguidas y obedecidas sin discusión por sus seguidores. También porque los gurús nunca admiten sus equivocaciones ni tampoco sus adeptos. En resumen, los gurús no son humanos. Curiosamente, los políticos también encajan – o querrían encajar – en esta definición. La figura de Steve Jobs, fallecido ayer a causa de un cáncer de páncreas contra el que llevaba luchando siete años, encaja como un guante en ella.

Incluso la foto del obituario en la web de Apple es de gurú de secta religiosa / tecnológica

En la catarata de obituarios, reportajes y análisis de la figura de Jobs que se han realizado desde ayer, me parece que se han escrito muchas barbaridades. Se le ha llegado a comparar con Einstein o Edison o a exagerar la contribución de su obra al progreso de la humanidad. Jobs amasó una fortuna con su actividad empresarial (unos 7000 millones de dólares) y no era precisamente un filántropo. En realidad, casi todos los días mueren personas que han hecho mucho más que él por la mejora de la humanidad sin ningún reconocimiento. Por ejemplo, ¿quién conoce a los que investigan los tratamientos médicos que nos salvarán en el futuro?

Jobs, decía ayer el New York Times, ni un ingeniero ni un programador. Nunca fue la eminencia técnica de sus equipos. Su historia personal, dado en adopción al nacer y cayendo en su familia adoptiva casi de rebote, no parecía ayudarle precisamente.  Y sin embargo la suya fue una figura de una influencia extraordinaria.

Cofundó Apple, que lanzó el primer ordenador personal con interfaz gráfica en 1984 (Macintosh) y que hacía mucho más accesible su manejo al público general. Fue despedido de la compañía que había fundado (había hecho bastantes méritos para ello, todo hay que decirlo) en lo que fue su primera muerte. No obstante, después de su despido, no se quedó quieto: contribuyó a transformar el mundo del cine a través de la animación por ordenador (comprando Pixar, la compañía que acabó siendo adquirida por Disney y salvándola). También fundó NeXT, una empresa de hardware y software que, como él mismo confirmaba, nunca había dado de sí todo lo que habría podido. Sin embargo, fue muy avanzada para su época.

Cuando Apple estaba a la deriva a mediados de los 90, compró NeXT y Jobs volvió a encontrarse dentro de la corporación, convirtiéndose en su CEO. Desde entonces, fue el alma de la empresa, reformándola a su gusto y dándole la vuelta al mundo de la música (iPod), la telefonía y el acceso a Internet (iPhone) y a todavía no sé qué exactamente (iPad).

Una muestra del marketing clásico de Apple

Por último, Jobs fue un genio del marketing y un CEO (qué poco me gusta esa palabra teniendo director general o consejero delegado) extraordinariamente exitoso en su segunda etapa en Apple, logrando convertirla en la compañía más valiosa del mundo durante este mismo año. Hay que tener en cuenta el carácter un tanto burbujil de la empresa, pero también que 15 años atrás estaba en una situación muy mala. Como jefe, su fama varía entre los que le consideran tiránico (en su retorno a Apple, hizo una purga brutal, de modo que en un mal día podía echar a un empleado que se encontrara en el ascensor) y los que alaban su extraordinaria capacidad de formar y motivar equipos de gente verdaderamente brillante. Muy curioso este vídeo donde indica que Apple está organizada como una start-up, sin un solo comité.

Estos equipos son los que ahora han heredado las riendas de la empresa y que afrontarán ahora el enorme reto de mantener el prestigio y la influencia de Apple en ausencia del padre que lo ha supuesto casi todo en ella.

Soy usuario de Apple (escribo esto desde un MacBook Pro y tengo un iPod Touch para escuchar música). Sus productos son caros, podría decirse que elitistas y operan en un ecosistema cerrado (no son modificables fácilmente por sus usuarios). Sin embargo, son sencillos de usar, de un diseño exquisito y una calidad y fiabilidad, en general, muy altas. Rara vez han sido los primeros productos en algún sector. En este sentido, no han supuesto innovaciones por sí mismos sino por la forma en la que sus usuarios pueden usarlos.  Pese a ser en muchas ocasiones minoritarios (Mac debe rondar el 6% del total de ordenadores y ha sido Microsoft la que ha llevado la informática a la gran mayoría de los hogares), han sido copiados o han influenciado el desarrollo de muchos productos de la competencia, de forma que los sectores donde se han instalado han evolucionado a pasos agigantados (¿alguien se acuerda de cómo eran los smartphones hace 5 años?).

No obstante, intento no convertirme en un miembro de la secta Apple (la muerte de Jobs la conocí leyéndola en un Android, de la competencia). Hay productos que no me han gustado y me veo libre para criticarlos, tanto como el entusiasmo enfermizo y fanático que sigue a cualquier lanzamiento de un producto de la manzana. Pero reconozco la influencia de su fundador y la de su compañía.

Por último, no hay mejor vídeo para ilustrar la filosofía de Jobs que su famoso discurso de Stanford:

D.E.P.

9 comentarios

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9 Respuestas a “La segunda muerte de Steve Jobs

  1. Un excelente resumen; un +1 🙂

    Un saludo

  2. Me ha encantado… aunque ye sabes que mi postura es más «ciega» que la tuya.

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  7. Es verdad que ya llevaba una temporada retirado, sin duda es una gran pérdida. Fue una de las únicas personas que de verdad se han ganado el éxito que han obtenido. R.I.P Steve Jobs.

    • ¡Hola! Gracias por escribir.

      Llevaba desde agosto, creo. Pero no me imagino a Jobs dormitando en los consejos de administración de la empresa. Tal vez no estuviera al timón, pero sin duda seguía influyendo en la empresa.

      Totalmente de acuerdo en lo merecido de su éxito. Independientemente del marketing de sus productos, el hombre supo levantarse a sí mismo y a su compañía de las cenizas después de un fracaso (cuando le despidieron de Apple en el 85, lo que yo llamo «su primera muerte»).

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